lunes, 15 de agosto de 2011

MASIVO APOYO DEL PUEBLO ARGENTINO A CRISTINA KIRCHNER

 El kirchnerismo dio ayer un firme paso en su búsqueda de prolongar su ciclo en la política argentina. Cristina Kirchner obtuvo ayer alrededor del 50 por ciento de los votos para la categoría presidencial en la primera experiencia de elecciones primarias para la definición de candidaturas. Una elección que la pone en camino de una reelección en primera vuelta, el 23 de octubre próximo. 

La fórmula Cristina-Amado Boudou superó por más de 30 puntos porcentuales a la de Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga, que al cierre de esta edición apenas superaba por decimales a la de Eduardo Duhalde y Mario Das Neves, del peronismo opositor. El socialista Hermes Binner, a quien acompañó la senadora Norma Morandini, llegó cuarto, apenas dos puntos debajo del segundo.

El comportamiento de la fórmula oficialista superó los cálculos más optimistas del kirchnerismo: obtuvo un porcentaje incluso superior al de la elección de 2007, que llevó a Cristina Kirchner a la Presidencia. 

El principal bastión del oficialismo, la provincia de Buenos Aires, aportó con creces la cuota que el kirchnerismo esperaba: Cristina superó el 50 por ciento de los votos emitidos. En la última elección en el distrito, las legislativas del 2009, la candidatura a diputado de Néstor Kirchner había alcanzado algo más del 30 por ciento y entró en segundo lugar.

Con la excepción de San Luis, donde hegemonizó la candidatura presidencial de Alberto Rodríguez Saá, el kirchnerismo ganó en todo el país, incluidos de los principales distritos y centros urbanos que amenazaban mostrarse adversos: Córdoba, Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe, en este caso en una elección reñida con el socialismo, también se pronunciaron en favor del oficialismo. En el norte del país el kirchnerismo llegó a guarismos históricos. En Santiago del Estero superó los 80 puntos. 

La oposición confirmó en los votos lo evidente: la dispersión y fragmentación de su oferta electoral, visibles desde el arranque del año electoral. La suma de las principales cinco fórmulas opositoras apenas si alcanzan los números del oficialismo. 

Así las primarias presentan el escenario más difícil en la definición de una alternativa para octubre. El desafío para la oposición es de dos dimensiones: en primer lugar, intentar acortar la amplia brecha que la separa del oficialismo para forzar en octubre a una segunda vuelta; luego, la paridad que presentan entre sí. Las tres principales fuerzas opositoras no se sacaron ventajas sustanciales y les será muy difícil determinar una verdadera supremacía para construir un opción que polarice con el kirchnerismo. 

Un dato muy destacable es el importante nivel de asistencia a las urnas, del orden del 75 por ciento, en los niveles históricos de una elección nacional. Más allá de la cultura de voto obligatorio, en la Argentina todos parecen tener siempre una buena razón para ir a votar. Los gurúes de la política, sobre todo en el exterior, se preguntan a menudo sobre este fenómeno.

La provincia de Buenos Aires consolidó la hegemonía del gobernador Daniel Scioli (ver página 11), que también se encamina hacia su reelección en octubre: le bastará con superar al segundo por sólo un voto.

El escenario bonaerense mostró un fenómeno que anticiparon algunos análisis: la migración del voto a gobernador del duhaldismo a la opción de Francisco De Narváez. El empresario, que había triunfado en la última elección en el distrito, superó en unos seis puntos a la candidatura de Ricardo Alfonsín, su opción para presidente. 

El gobernador santafesino Hermes Binner es probablemente a quien mejor le sienta el resultado entre la oferta de la oposición. Pudo dar pelea en su distrito, que acaba de revalidar el mes pasado, y proyectarse, aunque modestamente, a escala nacional. 

Si bien a Binner le cabe responsabilidad en la atomización opositora -rompió con Alfonsín cuando radicales y socialistas trabajaban en una alianza que replicara la que protagonizan con éxito en Santa Fe- la dimensión del triunfo del kirchnerismo lo libera de más explicaciones.

Una mirada sobre las fuerzas menores muestra que Jorge Altamira,a la cabeza de un frente de izquierda dura, superó el piso electoral de 1,5 que le imponía el sistema para presentar candidatura en octubre. Una aspiración que no pudo cumplir Proyecto Sur, la fuerza de Pino Solanas, con la candidatura de Alcira Argumedo.

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